Un año después de la devastadora DANA del 29 de octubre de 2024, el Nuevo Cauce del río Túria, la infraestructura que protegió a Valencia de una catástrofe, se encuentra en el centro de un intenso debate. Su eficacia quedó demostrada, pero los planes para desviar hacia él los caudales de los barrancos de l'Horta Sud han encendido las alarmas sobre su capacidad actual y la necesidad urgente de su ampliación.
Puntos Clave
- El Nuevo Cauce del Túria gestionó 2.000 m³/s durante la DANA de 2024, casi la mitad de su capacidad teórica, salvando a la ciudad de Valencia de inundaciones masivas.
- Existe un plan para conectar los barrancos del Poyo y la Saleta al Nuevo Cauce, lo que añadiría un caudal considerable y podría comprometer la seguridad de la capital.
- El Ayuntamiento de Valencia exige que la ampliación del cauce, con un coste de 100 millones de euros, se realice antes de conectar los barrancos, mientras que los municipios de l'Horta Sud urgen la canalización para evitar futuras tragedias.
- Expertos advierten que, sin una ampliación, el nivel de protección de la infraestructura disminuirá si coinciden una crecida del Túria y los caudales de los barrancos.
La prueba de fuego que salvó a una ciudad
El 29 de octubre de 2024, mientras gran parte de l'Horta Sud sufría una devastación sin precedentes, la ciudad de Valencia permaneció a salvo. La razón principal fue el funcionamiento del Plan Sur, el proyecto de ingeniería que desvió el cauce del río Túria tras la trágica riada de 1957.
Ese día, la colosal infraestructura hidráulica afrontó su mayor desafío desde su construcción en 1969. El Nuevo Cauce llegó a canalizar un caudal de 2.000 metros cúbicos por segundo (m³/s), una cifra impresionante pero que se mantuvo dentro de los márgenes de seguridad de su capacidad teórica de 5.000 m³/s.
Sin embargo, la percepción de seguridad no es unánime. El servicio de Bomberos del Ayuntamiento de Valencia observó que en algunos tramos el agua se quedó a solo un metro y medio de desbordarse. Este dato ha alimentado la preocupación en la capital, que ve cómo su principal escudo antirriadas podría verse comprometido en el futuro.
Una obra que cambió la historia de Valencia
El Plan Sur fue la respuesta a la Gran Riada de 1957, que dejó un centenar de fallecidos y sumió a la ciudad en el caos. Proyectado por el ingeniero Claudio Gómez Perreta, consistió en la construcción de un nuevo lecho de 12 kilómetros de longitud y 175 metros de ancho al sur de la ciudad. Finalizado en 1973, su objetivo era claro: alejar para siempre el peligro de las crecidas del núcleo urbano.
Un escudo bajo presión: el debate por los barrancos
La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) ha puesto sobre la mesa un plan para mejorar la resiliencia de la comarca frente a futuras inundaciones. Una de las medidas clave es la canalización de la rambla del Poyo y el barranco de la Saleta, cuyas aguas descontroladas causaron estragos en municipios como Chiva, Torrent, Aldaia y Paiporta.
El proyecto contempla desviar los caudales de ambos barrancos directamente al Nuevo Cauce del Túria. Esto supondría un aporte extra de más de 830 m³/s en condiciones normales, pero durante el episodio de la DANA, solo el Poyo registró picos de hasta 2.200 m³/s.
Esta situación ha generado un conflicto de prioridades. El Ayuntamiento de Valencia, liderado por la alcaldesa Mª José Catalá, defiende que es imprescindible ampliar primero la capacidad del Nuevo Cauce antes de recibir más agua. "Conectar los barrancos sin antes ampliar el Plan Sur podría comprometer la seguridad de la capital", argumentan desde el consistorio.
Por otro lado, los municipios de l'Horta Sud, como Aldaia, consideran urgente la canalización de los barrancos para proteger a sus vecinos y han criticado la postura de Valencia por, según ellos, intentar frenar unas obras vitales.
El proyecto de ampliación en cifras
- Coste estimado: 100 millones de euros.
- Objetivo Fase 1: Aumentar la capacidad a 5.800 m³/s.
- Objetivo Final: Alcanzar una capacidad de 7.000 m³/s.
- Método: Excavación para ampliar el cauce interior y recrecimiento de los muros de contención.
La visión de los expertos: una infraestructura "mejorable"
La CHJ reconoce en sus propios informes que el desvío de los barrancos podría suponer un problema si coincide con una avenida extraordinaria del Túria. Por ello, insisten en que los diseños deben garantizar que no se incremente el riesgo de desbordamiento.
Félix Ramón Francés, catedrático de Ingeniería Hidráulica de la Universitat Politècnica de València y experto en inundaciones, ha colaborado con la CHJ y advierte sobre los riesgos. Según Francés, en un escenario como el de la última DANA, "si sumas todos los caudales de la barrancada con una crecida del Túria, disminuirá el nivel de protección del nuevo cauce".
"La probabilidad es pequeña pero no nula y hay que tener un mínimo de preparación, por si pasa para que lo que hay dentro no se inunde", apunta el catedrático, refiriéndose al riesgo de que el antiguo cauce, hoy Jardín del Turia, pudiera volver a recibir agua.
El experto subraya que la infraestructura, aunque eficaz, es mejorable. La acumulación de sedimentos a lo largo de las décadas ha reducido su capacidad real, estimada ahora en unos 4.500 m³/s, por debajo de los 5.000 m³/s originales.
El futuro: obras sin fecha y la necesidad de ir más allá
A pesar de la urgencia manifestada por todas las partes, la ampliación del Nuevo Cauce figura en el plan de la CHJ, pero sin una fecha concreta en el cronograma. En cambio, sí se han fijado plazos para las obras en los barrancos del Poyo y la Saleta, previstas para 2026, lo que refleja la prioridad dada a la protección de los municipios de l'Horta Sud.
Más allá de las obras de hormigón, los especialistas como Félix Francés insisten en la necesidad de adoptar medidas complementarias. Valoran positivamente la licitación de un sistema de predicción de caudales por parte de la CHJ y la revisión del PATRICOVA (Plan de Acción Territorial sobre prevención del Riesgo de Inundación en la Comunitat Valenciana).
La catástrofe de 2024 ha demostrado que el cambio climático agrava la frecuencia y la intensidad de estos fenómenos. La lección aprendida es que la protección de un territorio no puede depender de una única obra, por monumental que sea. La seguridad futura de Valencia y su área metropolitana requerirá una gestión integral del agua, una planificación territorial más estricta y una coordinación sin fisuras entre todas las administraciones implicadas.





