El Ayuntamiento de Valencia ha presentado un plan para construir cuatro nuevos pozos y plantas potabilizadoras con el objetivo de aumentar la capacidad de extracción de agua del acuífero subterráneo. Esta medida busca garantizar el autoabastecimiento de la ciudad en situaciones de emergencia, incrementando el caudal disponible en 1.100 litros por segundo (l/s).
Actualmente, la ciudad depende casi en su totalidad del agua superficial de los ríos Júcar y Turia. El nuevo proyecto permitiría quintuplicar la capacidad actual de extracción de agua subterránea, pasando de 300 l/s a un total combinado de 1.400 l/s, una cifra cercana a la demanda diaria de la ciudad.
Un plan estratégico para emergencias hídricas
La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, ha presentado esta iniciativa como parte de un plan más amplio de infraestructuras críticas. El objetivo principal es asegurar un suministro alternativo de agua potable si las fuentes superficiales fallaran por cualquier motivo. "Ojalá nunca tenga que usarse", ha señalado Catalá, subrayando el carácter preventivo de la medida.
Los nuevos pozos y sus correspondientes plantas de tratamiento de agua se ubicarán en cuatro puntos estratégicos de la ciudad: Malilla, Pío Baroja, Tres Cruces y la Ronda Nord. Juntos, aportarán una capacidad adicional de extracción y potabilización de 1.100 l/s.
El tesoro subterráneo de Valencia
El acuífero de la Plana de València, al que la alcaldesa se refirió como "el tesoro de València", es una inmensa reserva de agua subterránea. Se extiende por más de 900 kilómetros cuadrados y tiene una capacidad de almacenamiento estimada en 2.800 hectómetros cúbicos, superando la de los principales embalses de la región.
La brecha entre la capacidad actual y la necesaria
Para entender la magnitud del proyecto, es crucial analizar las cifras actuales. Valencia consume de forma continua alrededor de 1.500 litros de agua potable por segundo, según datos técnicos de Emivasa, la empresa mixta que gestiona el ciclo del agua.
Sin embargo, la capacidad de extracción del acuífero que se utiliza actualmente es de solo 300 l/s. Esta agua se destina principalmente a la red de baja presión, utilizada para el riego de jardines y el baldeo de calles, no para el consumo humano directo.
Datos clave del plan de agua
- Demanda de agua de Valencia: 1.500 l/s
- Capacidad de extracción actual: 300 l/s (para riego y baldeo)
- Nueva capacidad proyectada: 1.100 l/s adicionales
- Capacidad total futura: 1.400 l/s (300 + 1.100)
Esto significa que la ciudad necesita quintuplicar su capacidad de extracción para poder autoabastecerse por completo con agua del subsuelo en un escenario de emergencia.
Estudios previos y la autorización necesaria
La viabilidad de explotar el acuífero no es una idea nueva. El plan del Ayuntamiento se apoya en estudios técnicos anteriores que respaldan la extracción de grandes volúmenes de agua subterránea.
Análisis técnicos sobre la viabilidad
Un estudio del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) realizado en 1995 ya determinó que los sondeos de sequía podían alcanzar un caudal máximo de extracción superior a los 900 l/s. Más recientemente, modelos desarrollados por el Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente (IIAMA) de la Universitat Politècnica de València (UPV) confirmaron que era viable abastecer a la ciudad con hasta 1.000 l/s de agua subterránea.
La propuesta actual de 1.100 l/s adicionales supera ligeramente este umbral, aunque desde el consistorio se insiste en que su uso sería puntual y en condiciones extremas, no de forma continua.
La autorización de la Confederación Hidrográfica
Para llevar a cabo el proyecto, el Ayuntamiento de Valencia necesita la autorización de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), el organismo que gestiona los recursos hídricos de la cuenca. Fuentes de la CHJ han confirmado que aún no conocen los detalles del plan, pero que lo estudiarán en cuanto les sea presentado formalmente.
El Ayuntamiento ha asegurado que los técnicos municipales y de Emivasa se reunirán próximamente con la Confederación para detallar todos los aspectos técnicos del proyecto y solicitar los permisos correspondientes.
Los riesgos de una explotación intensiva
A pesar de los beneficios en términos de seguridad hídrica, la explotación intensiva de un acuífero conlleva riesgos que deben ser gestionados con cuidado. Un trabajo de fin de máster de la ingeniera Ariadna Callea, realizado en el IIAMA-UPV en 2019, analizó en profundidad estos desafíos.
Sostenibilidad a largo plazo
El estudio de Callea concluyó que, si bien el acuífero podría aportar 1.000 l/s de forma continua y picos de 1.600 l/s en emergencias, estos caudales no serían sostenibles a largo plazo. En un escenario con una reducción de lluvias del 12% al 20%, las reservas del acuífero disminuirían rápidamente, unos 82 hectómetros cúbicos en solo cuatro años.
El peligro de la intrusión marina
Uno de los mayores riesgos asociados a la sobreexplotación de acuíferos costeros es la intrusión marina. Este fenómeno ocurre cuando se extrae más agua dulce de la que se recarga de forma natural. La reducción de la presión subterránea permite que el agua salada del mar, que es más densa, penetre en el acuífero, contaminando las reservas de agua dulce y haciéndolas inutilizables para el consumo.
El trabajo de Callea advierte que la zona norte del acuífero ya se encuentra en riesgo de intrusión marina. "Si se empieza a bombear por encima de la tasa de recarga, existe la posibilidad de que el problema se agrave", señala en sus conclusiones. Por ello, tanto la investigadora como el propio Ayuntamiento hacen hincapié en la necesidad de una "gestión sostenible" y un "uso racional" de este recurso vital.





