La elección del próximo líder de la Generalitat Valenciana, en caso de una eventual sustitución de Carlos Mazón, no se determinará en las sedes de los partidos en Valencia. Las negociaciones y decisiones clave se están tomando a más de 350 kilómetros de distancia, en los despachos de las cúpulas nacionales del Partido Popular y Vox en Madrid.
Este fenómeno, lejos de ser una excepción, se ha convertido en una constante que afecta a todo el espectro político valenciano, relegando a las bases y dirigentes locales a un papel secundario en las decisiones que marcan el rumbo de su propia comunidad.
Puntos Clave
- La designación del sucesor de Carlos Mazón en la Generalitat dependerá de un acuerdo en Madrid entre Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal.
- Históricamente, las direcciones nacionales del PP han impuesto a los líderes regionales valencianos, desde Eduardo Zaplana hasta el propio Mazón.
- Esta tendencia centralista no es exclusiva de la derecha; el PSPV-PSOE y otras formaciones de izquierda también han visto sus liderazgos decididos desde Madrid.
- Los líderes y militantes valencianos expresan una creciente preocupación por la pérdida de autonomía en la toma de decisiones políticas cruciales para la Comunitat.
La Sucesión en la Generalitat: Un Asunto Capitalino
La estabilidad del gobierno valenciano está intrínsecamente ligada a las estrategias nacionales. En el actual escenario político, cualquier cambio en la presidencia de la Generalitat Valenciana pasa por un filtro ineludible: la aprobación conjunta de los líderes nacionales del PP, Alberto Núñez Feijóo, y de Vox, Santiago Abascal. La coalición que sostiene al gobierno autonómico otorga a Abascal una capacidad de veto decisiva.
Fuentes internas de los partidos en la Comunitat Valenciana admiten que la capacidad de influencia de la organización regional es “prácticamente nula”. Las declaraciones recientes de figuras como Vicent Mompó, presidente de la Diputación de Valencia, pidiendo que la dirección nacional respete el criterio valenciano, son vistas más como un gesto de autoafirmación que como una posibilidad real.
La realidad es que las conversaciones se llevan a cabo en las sedes de la calle Génova y la calle Bambú, en Madrid. Es allí donde se sopesan los perfiles, se negocian las cuotas de poder y, en última instancia, se elige a la persona que deberá ser investida en Les Corts Valencianes. El partido a nivel regional simplemente acatará la decisión.
Un Patrón Histórico que se Repite
Esta dinámica no es nueva, especialmente en el Partido Popular valenciano. Un repaso a las últimas décadas revela un patrón constante de intervención desde Madrid para nombrar o destituir a sus líderes en la Comunitat.
El Centralismo en la Política Española
La estructura jerárquica y centralizada de los principales partidos políticos en España, a menudo descrita como "jacobina", concentra el poder de decisión en las cúpulas nacionales. Esto significa que las federaciones o ramas regionales, a pesar de tener sus propios órganos de gobierno, suelen tener una autonomía limitada en cuestiones estratégicas como la elección de candidatos a presidencias autonómicas.
La historia reciente del PP valenciano está marcada por estas decisiones verticales. Desde la designación de Eduardo Zaplana hasta la imposición de Carlos Mazón, pasando por el mantenimiento y posterior relevo de Francisco Camps, o la destitución de Isabel Bonig, la última palabra siempre ha venido de la sede nacional del partido.
Líderes del PP Valenciano y la Influencia de Madrid
- Eduardo Zaplana: Impulsado por la dirección nacional.
- Francisco Camps: Mantenido en el poder por Madrid frente a rivales internos.
- Alberto Fabra: Designado directamente desde la capital tras la salida de Camps.
- Isabel Bonig: Apartada por decisión de la cúpula nacional.
- Carlos Mazón: Impuesto como candidato por la dirección de Génova.
Este historial demuestra que la autonomía del PP en la Comunitat Valenciana ha sido, en la práctica, muy limitada. La estructura de poder vertical del partido ha priorizado siempre los intereses y equilibrios de la política nacional sobre las dinámicas internas de la región.
La Izquierda Valenciana No Escapa a la Centralización
El fenómeno de la tutela madrileña no es exclusivo de la derecha. Los partidos de izquierda en la Comunitat Valenciana han experimentado procesos similares, donde las decisiones orgánicas cruciales se han resuelto en los despachos de la capital.
El caso más reciente y notorio fue la elección de Diana Morant como líder del PSPV-PSOE. La pugna interna entre los aspirantes se zanjó en una reunión en la sede de Ferraz, en Madrid, bajo la mediación del entonces secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán. La decisión, aunque posteriormente ratificada por los militantes en un congreso, fue tomada fuera de Valencia para evitar una batalla interna que debilitara al partido.
"Madrid decide, en despachos, en mesas con mantel en buenos restaurantes, entre líderes de partidos jerarquizados. Mientras, los valencianos, solo les queda observar, ser meros espectadores."
Formaciones como Podemos, con una cultura de partido también muy centralizada, designaban a sus representantes valencianos desde la dirección estatal. Incluso la plataforma Sumar, que aspiraba a un modelo más federal, vio cómo su lanzamiento centralizado en Madrid generó fricciones y desmovilizó a parte de su electorado en la Comunitat, un factor clave en la derrota del gobierno del Botànic.
¿Qué Papel Juegan los Valencianos?
Ante este panorama, la sensación que prevalece entre muchos ciudadanos y militantes de base es la de impotencia. Las grandes decisiones que afectan directamente a la gobernabilidad y el futuro de la Comunitat Valenciana se toman en un tablero de ajedrez nacional donde la región es a menudo una pieza más, movida por intereses que trascienden sus fronteras.
Líderes económicos, lobbies y altos funcionarios con base en Madrid ejercen una influencia desproporcionada en la redacción de leyes y en la designación de cargos, mientras que el debate político regional queda relegado. La política valenciana, una vez más, parece escribirse con tinta madrileña, dejando a sus protagonistas locales y a sus ciudadanos en el papel de lectores de un guion ya escrito.





