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Un menor migrante pasa 24 horas en una silla en una comisaría de Valencia por falta de plazas

Un joven migrante de 16 años permaneció más de 24 horas sentado en una silla en la comisaría de Zapadores por la falta de plazas en centros de acogida.

Lucía Navarro
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Lucía Navarro

Periodista especializada en derechos humanos, políticas migratorias y sistemas de protección social. Cubre el impacto de las crisis humanitarias y la respuesta institucional en la Comunitat Valenciana.

Perfil del autor
Un menor migrante pasa 24 horas en una silla en una comisaría de Valencia por falta de plazas

Un adolescente de 16 años, de origen argelino, permaneció más de 24 horas bajo custodia policial en una silla del complejo de Zapadores en Valencia. La situación se produjo debido a la falta total de plazas disponibles en los centros de acogida para menores extranjeros no acompañados en toda la Comunitat Valenciana, un hecho que pone de manifiesto la saturación del sistema de protección infantil.

Puntos Clave

  • Un menor no acompañado de 16 años pasó más de un día en la sala de espera de un complejo policial.
  • La causa fue la inexistencia de plazas en los centros de recepción de las tres provincias valencianas.
  • El sistema de acogida opera con una sobreocupación que en muchos casos supera el 50% de su capacidad.
  • Antes de ser trasladado a un centro, el joven requirió atención médica por dolores de espalda y estómago.
  • El incidente evidencia la presión extrema sobre los servicios sociales y las fuerzas de seguridad.

Una larga espera en condiciones inadecuadas

El joven fue trasladado al complejo policial de Zapadores durante la tarde del pasado viernes. A pesar de que la Fiscalía de Menores ordenó su ingreso inmediato en un centro de protección, los responsables de la Conselleria de Igualdad y Servicios Sociales comunicaron que no había ni una sola plaza libre en toda la región.

Esta circunstancia obligó al adolescente a permanecer en la sala de espera de la Inspección Central de Guardia (ICG). Pasó la noche y el día siguiente sentado en una silla de plástico, intentando dormir apoyando la cabeza sobre el respaldo de la fila delantera, junto a una máquina expendedora.

¿Por qué no podía ir a un calabozo?

Al no tratarse de un detenido, sino de un menor bajo protección, legalmente no podía ser alojado en un calabozo, que sí cuenta con colchones. Tampoco el Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE), ubicado al lado, era una opción viable, ya que la ley prohíbe el internamiento de menores de edad en estas instalaciones.

Custodia policial y atención improvisada

Durante su estancia, el joven estuvo custodiado permanentemente por agentes de la Policía Nacional, que se turnaban para vigilarlo. Los policías le proporcionaron comida y bebida para atender sus necesidades básicas mientras se buscaba una solución.

Fuentes policiales indicaron que se evaluó la posibilidad de llevar un colchón a la sala de espera. Sin embargo, esta idea fue descartada debido al constante tránsito de personas durante la noche, incluyendo abogados, intérpretes y otros agentes, lo que habría comprometido la tranquilidad y seguridad del menor.

La espera se prolongó desde la tarde del viernes hasta bien entrada la noche del sábado, cuando finalmente se notificó la disponibilidad de una plaza en un centro de la provincia de Valencia.

Un sistema al límite

La situación de los centros de menores en la Comunitat Valenciana es crítica. Muchos de ellos operan con una sobreocupación superior al 50%, lo que dificulta la gestión de nuevos ingresos y la prestación de una atención adecuada a los jóvenes ya acogidos.

El colapso del sistema de acogida

Este caso no es un hecho aislado, sino un síntoma de un problema estructural más profundo. La saturación de la red de centros de recepción de menores migrantes en la Comunitat Valenciana ha alcanzado un punto crítico, afectando directamente a los más vulnerables.

El mismo viernes, otro menor de origen marroquí fue trasladado a Zapadores junto al joven argelino. Para él sí se encontró una plaza, la última que quedaba disponible en toda la comunidad autónoma, en un centro de la comarca de la Safor. El segundo adolescente no tuvo la misma suerte.

"Desde el primer momento se informó a la Fiscalía de Menores de la situación del menor, pero dado que los centros de recepción disponibles en la Comunitat están totalmente colapsados, el adolescente tuvo que permanecer en las dependencias policiales", señalaron fuentes de la Policía Nacional.

Consecuencias para la salud del menor

La prolongada e inadecuada espera tuvo consecuencias físicas para el joven. En la tarde del sábado, antes de que se encontrara una plaza, el adolescente comenzó a quejarse de fuertes dolores en el estómago y la espalda.

Debido a su malestar, tuvo que ser trasladado a un centro de salud cercano para recibir atención médica. Tras la evaluación, regresó a las dependencias policiales, donde continuó esperando hasta que se confirmó su traslado a un centro de acogida.

La respuesta de las instituciones

La gestión de esta crisis recae sobre la Conselleria de Igualdad y Servicios Sociales, responsable de proveer los recursos de acogida. La incapacidad para encontrar un lugar para el menor durante más de 24 horas refleja la enorme presión que soporta el sistema.

Por su parte, la Policía Nacional se vio en la obligación de custodiar al menor en un entorno no preparado para ello. Las fuentes policiales remarcan que su objetivo es proteger a estos menores, pero las comisarías carecen de espacios habilitados para estancias prolongadas de jóvenes que no han cometido ningún delito.

  • Fiscalía de Menores: Ordenó el internamiento inmediato, pero la orden no pudo ejecutarse por falta de medios materiales.
  • Conselleria de Igualdad: Responsable de la gestión de plazas, se vio superada por la alta ocupación de la red de centros.
  • Policía Nacional: Tuvo que asumir la custodia del menor, garantizando su seguridad y bienestar en la medida de lo posible dentro de sus instalaciones.

Este incidente subraya la urgente necesidad de ampliar y reforzar la red de recursos de acogida para poder garantizar los derechos y el bienestar de los menores migrantes no acompañados que llegan a la Comunitat Valenciana.