Un año después de la catastrófica DANA que devastó l'Horta Sud, el Barranco del Poyo sigue en el centro del debate político. Sin embargo, múltiples investigaciones científicas concluyen que no fue el único responsable de la tragedia del 29 de octubre de 2024. De hecho, ni siquiera fue el primero en desbordarse. Dos afluentes considerados "menores", l'Horteta y el Gallego, iniciaron la inundación casi una hora antes de la llegada de la gran ola del Poyo.
Esta revelación, respaldada por análisis hidrológicos y datos de precipitación, cambia la narrativa sobre las horas críticas de la riada y plantea nuevas preguntas sobre la gestión de la emergencia y los sistemas de alerta temprana en toda la red de barrancos de la región.
Puntos Clave
- Estudios científicos indican que los barrancos de l'Horteta y Gallego causaron las primeras inundaciones en l'Horta Sud sobre las 18:00 horas.
- La gran crecida del Barranco del Poyo, aunque devastadora, llegó casi una hora después, agravando una situación ya crítica.
- El sensor de caudal del Poyo, centro de la polémica, solo mide la mitad del agua que circula por toda la red fluvial de la cuenca.
- La velocidad del agua en algunos puntos, como el barranco de Chiva, superó los 50 km/h, demostrando la extrema violencia del fenómeno.
La cronología de la catástrofe
La tarde del 29 de octubre de 2024, la atención se centró en la crecida del Barranco del Poyo. Sin embargo, la reconstrucción de los hechos realizada por investigadores de la Universitat de València, Aemet y Avamet cuenta una historia diferente. Las primeras inundaciones graves no provinieron del Poyo, sino de sus afluentes.
Alrededor de las 18:00 horas, las cuencas de l'Horteta y Gallego, alimentadas por lluvias torrenciales sin precedentes en zonas como Turís, comenzaron a desbordarse. Este primer impacto fue el que inició la destrucción en el área metropolitana, mucho antes de que el caudalímetro del Poyo registrara su pico máximo.
"La escorrentía que entre las 18:55 y las 19:00 rompió el aforo del Poyo no pudo ser la misma que a partir de las 18:00 empezó a producir destrozos", subrayan los autores del estudio. La ola principal del Poyo llegó más tarde, sumándose a la inundación ya existente y multiplicando sus efectos destructivos.
El papel de los "hermanos menores"
El barranco de l'Horteta y el barranco Gallego confluyen con el Poyo en Torrent, justo antes de la zona donde la riada se extendió por la llanura. A diferencia del Poyo, estos cauces no cuentan con sistemas de medición automática, por lo que su vigilancia depende de mediciones manuales, tal como estipula el Plan Especial de Inundaciones de la Comunitat Valenciana.
El polémico sensor del Poyo
Gran parte de la batalla política se ha librado en torno al sensor del Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), situado en el puente de la A3 en Riba-roja. Desde la Generalitat se ha señalado un supuesto "apagón informativo" por parte del organismo estatal.
No obstante, los expertos aclaran que este sensor tiene limitaciones importantes. El medidor del Poyo solo registra aproximadamente la mitad del agua que circula por el conjunto de la red fluvial. Los caudales de l'Horteta y Gallego, que se unen al Poyo aguas abajo del sensor, no pudieron ser medidos automáticamente.
El medidor se rompió a las 18:55 horas tras registrar un caudal de 2.283 metros cúbicos por segundo. Las estimaciones posteriores sugieren que el pico real pudo haber superado los 2.500 m³/s. Esta cifra, aunque enorme, no explica por sí sola la magnitud del desastre, que fue el resultado de la confluencia de varias crecidas.
Cifras de la DANA
- 170 hectómetros cúbicos: Agua descargada solo en la cuenca del Poyo (440 km²).
- 2.400 hectómetros cúbicos: Precipitación total estimada en la demarcación del Júcar durante el 29 de octubre.
- 14 metros por segundo: Velocidad que alcanzó el agua en el barranco de Chiva, equivalente a más de 50 km/h.
Una respuesta extremadamente rápida
Un segundo estudio, del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la UPV, dirigido por los investigadores Félix Francés y Carles Beneyto, refuerza estas conclusiones. El trabajo subraya que las ramblas de esta zona tienen una respuesta hidrológica "extremadamente rápida" ante lluvias intensas.
Esta rapidez se debe a varios factores:
- El relieve del terreno: Pendientes pronunciadas que aceleran el flujo del agua.
- Suelos poco permeables: El agua no se filtra, sino que discurre directamente hacia los cauces.
- Cuencas de reducido tamaño: El agua tarda muy poco tiempo en concentrarse y generar una crecida violenta.
Esta naturaleza de "inundaciones relámpago" o flash floods exige sistemas de alerta muy anticipados y una vigilancia constante sobre el terreno, especialmente tras un aviso rojo por parte de Aemet, que fue emitido a las 7:30 de la mañana de aquel día.
"Este tipo de ramblas presentan una respuesta extremadamente rápida ante episodios de precipitación intensa, debido a su relieve, suelos poco permeables y reducido tamaño", explica Jaime Cachay Melly, autor de la tesis del estudio de la UPV.
La necesidad de una visión integral
Un año después, la evidencia científica dibuja un panorama más complejo que la simple culpa de un único barranco. La catástrofe del 29 de octubre fue el resultado de una tormenta de dimensiones históricas que activó simultáneamente una red de barrancos interconectados.
La focalización exclusiva en el Barranco del Poyo, aunque comprensible por su tamaño y la existencia de un medidor, oculta la realidad de un sistema fluvial complejo donde afluentes más pequeños pueden jugar un papel decisivo y, en este caso, precursor.
Los expertos coinciden en la necesidad de reforzar la vigilancia en toda la red, mejorar los sistemas de alerta temprana y comprender que la gestión del riesgo no puede depender de un único punto de medición. La tragedia de l'Horta Sud ha demostrado que en una DANA de esta magnitud, cada rambla, por pequeña que parezca, cuenta.





