La Asociación Domus Pacis–Casal de la Pau ha sido galardonada con el Premio Levante-EMV de Acción Social, un reconocimiento a sus más de cincuenta años de trabajo dedicados a la reinserción de personas que salen de prisión. La entidad ofrece un hogar y una segunda oportunidad a individuos sin recursos familiares o económicos, muchos de ellos con graves problemas de salud.
Fundada en la década de 1970 por el sacerdote José Antonio Bargues, la organización se ha consolidado como un pilar fundamental para la integración social en la Comunitat Valenciana. Su labor no solo provee refugio, sino que también acompaña a las personas en su camino hacia la autonomía y la recuperación de su dignidad.
Puntos Clave
- Galardón: La asociación recibe el Premio Levante-EMV de Acción Social por su trayectoria de más de medio siglo.
- Misión: Ofrecer un hogar y apoyo integral a personas excarceladas sin redes de apoyo familiares o sociales.
- Servicios Principales: Cuenta con un albergue de 24 plazas, realiza visitas semanales a la prisión de Picassent y gestiona un piso para enfermos terminales.
- Impacto: Facilita la reinserción social, previene la reincidencia y garantiza un final de vida digno a quienes no tienen a nadie.
Un reconocimiento a cinco décadas de trabajo silencioso
El Premio Levante-EMV de Acción Social, patrocinado por Nealis, destaca la labor de entidades que generan un impacto positivo en la sociedad. En esta edición, el galardón reconoce la constancia y el compromiso del Casal de la Pau, una organización que ha trabajado ininterrumpidamente durante más de 50 años con uno de los colectivos más invisibles: las personas que abandonan el sistema penitenciario.
El premio no solo celebra una larga trayectoria, sino que también pone el foco en una realidad persistente como la exclusión social. La filosofía del Casal se basa en la creencia de que toda persona merece una oportunidad para reconstruir su vida, sin importar los errores del pasado. Esta visión, sencilla pero fundamental, ha sido el motor del proyecto desde sus inicios.
La asociación fue fundada por el sacerdote José Antonio Bargues, cuyo espíritu humanista sigue inspirando a las nuevas generaciones de voluntarios y profesionales que forman parte del equipo. Su legado es un recordatorio constante de que la empatía y el compromiso cívico son herramientas poderosas para la transformación social.
El desafío de la reinserción social
Salir de prisión es uno de los momentos más críticos para una persona. La falta de una red de apoyo familiar, la ausencia de recursos económicos y el estigma social son barreras que dificultan enormemente la reintegración. Organizaciones como el Casal de la Pau cumplen una función esencial al proporcionar la estabilidad y el acompañamiento necesarios para evitar que estas personas acaben en la calle y, en muchos casos, vuelvan a delinquir.
El proceso de ayuda comienza en la cárcel
La intervención del Casal de la Pau no espera a que las personas salgan en libertad. Su trabajo preventivo es una de las claves de su éxito. Cada martes, un equipo de voluntarios, que incluye abogados y una trabajadora social, visita el centro penitenciario de Picassent para ofrecer apoyo directo a los internos.
Este equipo realiza un seguimiento personalizado de más de doscientas personas recluidas. Su labor es fundamental para aquellos que no tienen familia ni a nadie en el exterior que pueda avalarlos. Gracias a esta mediación, muchos internos pueden acceder a permisos penitenciarios o al tercer grado, pasos cruciales para una reinserción progresiva.
"La mediación del Casal marca la diferencia entre la reinserción y el abandono, entre la oportunidad de reconstruir una vida o volver a perderla en la calle".
Esta labor de acompañamiento dentro de la prisión establece un vínculo de confianza que facilita la transición a la vida en libertad. Para muchos, el Casal es el único referente de apoyo que tienen al salir.
Un refugio para los más vulnerables
El corazón de la asociación es su albergue, situado en la calle En Llopis de València, que dispone de 24 plazas. Este centro se convierte en un verdadero hogar para quienes no tienen a dónde ir. Los perfiles de los residentes son diversos, pero comparten una historia común de exclusión y soledad.
La mayoría de las personas acogidas arrastran problemas complejos, como trastornos de salud mental, adicciones o enfermedades crónicas, a menudo agravados por largos periodos de internamiento y aislamiento. El equipo del Casal se coordina estrechamente con la sanidad pública para asegurar que cada residente reciba la atención médica y el seguimiento que necesita.
Datos del Casal de la Pau
- Fundación: Década de 1970.
- Capacidad del albergue: 24 plazas.
- Intervención en prisión: Visitas semanales a más de 200 internos en Picassent.
- Recursos adicionales: Un piso tutelado para personas excarceladas con enfermedades terminales.
Cada ingreso es evaluado por la trabajadora social para determinar si los recursos del centro son adecuados para las necesidades de la persona. Cuando no es posible, se busca derivar el caso a otras entidades. Sin embargo, si no hay alternativas, el Casal de la Pau siempre abre sus puertas.
Acompañamiento hasta el final de la vida
Una de las facetas más humanas y conmovedoras del proyecto es la gestión de un piso en la calle Carmelitas. Este recurso está destinado a personas excarceladas que padecen enfermedades terminales y no tienen familia que pueda cuidarlas.
En este hogar, quienes salen de prisión sin recursos pueden pasar sus últimos días con dignidad, cuidados y, sobre todo, en compañía. Este acompañamiento en la etapa final de la vida es un ejemplo de humanidad que rara vez ocupa titulares, pero que representa la esencia del compromiso del Casal de la Pau.
Proporcionar un final digno a quienes han vivido en los márgenes de la sociedad es una de las labores más profundas y significativas de la asociación, cerrando un ciclo de cuidado que abarca desde la preparación para la libertad hasta el último adiós.
Más allá del techo: un proyecto de dignidad
La misión del Casal de la Pau va mucho más allá de ofrecer un techo y comida. El objetivo principal es devolver la dignidad a quienes el sistema ha dejado atrás. El equipo acompaña a cada persona en su proceso individual de recuperación y búsqueda de autonomía.
El éxito se mide en cada pequeño logro: una persona que consigue un empleo, que recupera el contacto con su familia o que simplemente aprende a gestionar su vida de forma independiente. Cuando se alcanza la autonomía, se celebra como una victoria compartida. Y cuando no es posible, el centro continúa ofreciendo cuidado, respeto y compañía sin condiciones.
El Premio Levante-EMV de Acción Social es, por tanto, un merecido aplauso a una labor constante, discreta y profundamente humana. Medio siglo después de su fundación, el Casal de la Pau sigue abriendo la puerta que todos los demás cierran, demostrando que detrás de ella siempre hay espacio para la esperanza.





