El mercado del alquiler en Valencia y su área metropolitana atraviesa una profunda transformación que está dejando a miles de inquilinos en una situación de vulnerabilidad. Una nueva modalidad, el alquiler de temporada, se ha extendido rápidamente, representando ya el 41% de la oferta en l’Horta Nord y el 31% en la capital. Este fenómeno, que permite a los propietarios eludir las protecciones de la Ley de Vivienda, reduce la disponibilidad de contratos de larga duración y dispara los precios, obligando a muchos a buscar hogar lejos de la ciudad.
La consecuencia directa es una oferta de vivienda estable cada vez más reducida y un mercado tensionado donde la demanda supera con creces las opciones disponibles, creando un escenario de exclusión para jóvenes y familias que ven cómo el acceso a una vivienda digna se convierte en un obstáculo insuperable.
Puntos Clave
- El 41% de la oferta de alquiler en l'Horta Nord ya es de temporada (contratos inferiores a un año).
- En Valencia ciudad, los alquileres temporales suponen el 31% del total, con 859 pisos bajo esta modalidad.
- Los expertos señalan que este auge es una reacción de los propietarios para esquivar la Ley de Vivienda de 2023.
- El precio medio del alquiler en Valencia alcanza los 1.130 euros, con subidas del 66% en los últimos cuatro años.
- La demanda es abrumadora: cada piso de alquiler en Valencia atrae a una media de 103 interesados.
La expansión de un modelo precario
El alquiler de temporada, concebido originalmente para estancias cortas por motivos de trabajo o estudios, se está convirtiendo en la norma en el mercado residencial valenciano. Lo que comenzó como una tendencia en la capital se ha extendido con fuerza a los municipios de su área metropolitana, que tradicionalmente servían como una alternativa más asequible.
En la comarca de l’Horta Nord, cuatro de cada diez viviendas disponibles para alquilar se ofrecen con contratos de meses, generalmente de hasta once para evitar la aplicación de la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) en su vertiente más protectora para el inquilino. En Valencia capital, la cifra es del 31%, lo que significa que casi un tercio de la oferta disponible no garantiza la estabilidad de un hogar a largo plazo.
Según la Asociación de Inmobiliarias de la Comunitat Valenciana (Asicval), esta situación ha provocado un desplazamiento forzoso de la demanda. Se estima que el 31,8% de las personas que buscan un alquiler habitual en la ciudad se ven obligadas a mudarse a la periferia, donde ahora también encuentran un mercado dominado por la temporalidad y precios elevados, con una media de 1.247 euros mensuales en l'Horta Nord para este tipo de contratos.
La Ley de Vivienda como detonante
Expertos del sector inmobiliario y académico coinciden en señalar la entrada en vigor de la Ley de Vivienda en mayo de 2023 como el punto de inflexión. El Observatorio de la Vivienda de la Universitat Politècnica de València (UPV) ha documentado un crecimiento gradual de los alquileres temporales justo después de la aprobación de la norma, acompañado de una disminución paralela de los contratos de larga estancia.
"El mercado de alquileres de larga estancia se ha reducido, expulsado por la inseguridad jurídica de la ley de Vivienda, la falta de incentivos y la preferencia de los propietarios por modalidades turísticas o flexibles", señala Fernando Cos Gayón, director del Observatorio de la Vivienda.
La ley, que buscaba ofrecer mayor protección a los inquilinos limitando las subidas de precios y dificultando los desahucios de personas vulnerables, ha generado desconfianza entre los propietarios. Vicente Díez, portavoz del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (API) de Valencia, afirma que "a los propietarios se les ha metido en la cabeza que están más protegidos con los alquileres por temporada". Nora García, presidenta de Asicval, lo confirma de manera contundente: el aumento de estos alquileres es para "escapar de la ley de Vivienda".
¿Qué pierde un inquilino con un contrato de temporada?
Los contratos de alquiler de temporada, al no estar pensados como vivienda habitual, no se rigen por las mismas protecciones que los de larga duración. El inquilino pierde derechos fundamentales como la prórroga obligatoria hasta cinco años, la limitación en la actualización de la renta o las medidas de protección frente a desahucios. Esto se traduce en una mayor inestabilidad y en la posibilidad de enfrentar un desalojo anticipado.
Un mercado con precios desbocados
Esta precarización contractual se produce en un contexto de precios récord. Vivir de alquiler en la Comunitat Valenciana es más caro que nunca, con un coste medio de 1.032 euros mensuales, según la Fundación Alquiler Seguro. Esta cifra la sitúa entre las regiones más caras de España.
En la ciudad de Valencia, la situación es aún más crítica. Los inquilinos pagan una media de 1.130 euros al mes. La presión es tal que el área metropolitana ha dejado de ser un refugio económico.
Incremento del precio del alquiler en 4 años
- Valencia: +66%
- Torrent: +53%
- Paterna: +33%
- Gandia: +39%
- Sagunt: +33%
Datos de la tasadora Gesvalt correspondientes al tercer trimestre de 2025.
Estos incrementos son el resultado de una ecuación insostenible: una oferta que se desploma mientras la demanda se multiplica. El crecimiento poblacional de Valencia y su atractivo como ciudad han disparado el interés por vivir aquí, pero el parque de viviendas en alquiler no ha crecido al mismo ritmo. Al contrario, se ha reducido y precarizado.
Cien familias por cada piso disponible
La magnitud del desequilibrio entre oferta y demanda se refleja en un dato alarmante: cada piso que sale al mercado de alquiler en Valencia recibe el interés de una media de 103 personas. Los expertos consideran que un mercado entra en zona de riesgo cuando la cifra supera los 30 interesados por inmueble.
Esta competencia feroz obliga a los inquilinos a aceptar condiciones que, en otras circunstancias, serían inasumibles, como contratos temporales que no les ofrecen seguridad. La dificultad para encontrar una vivienda estable se ha convertido, como advierte Fernando Cos Gayón, en "un obstáculo vital", cuya máxima expresión de exclusión es el mercado del alquiler.
Mientras la oferta de vivienda tradicional se contrae, la demanda se ha multiplicado por diez desde la pandemia. La situación no es exclusiva de Valencia, aunque sí lidera el ranking nacional. En Alicante, cada alquiler atrae a 86 interesados, y en Castellón, a 34, una cifra que ya se considera elevada. El acceso a la vivienda se ha convertido en el principal problema social y económico para miles de valencianos.





