En el corazón de Ciutat Vella, un taller de lutieres fundado en 1908 continúa su labor artesanal, desafiando la transformación turística que ha provocado el cierre de numerosos comercios tradicionales. El Taller Luthier Gaspar, ahora en manos de Naza Gadán, yerno del último descendiente de la saga, se ha convertido en un símbolo de resistencia y preservación del patrimonio artesano valenciano.
Ubicado en la discreta calle Moro Zeit, el negocio no solo ha sobrevivido a más de un siglo de cambios, sino que también se ha adaptado a los nuevos tiempos sin perder su esencia. La historia del taller es la de una familia dedicada a la música y la de una transición que evitó que sus puertas se cerraran para siempre.
Puntos Clave
- El Taller Luthier Gaspar, fundado en 1908, sigue activo en el centro histórico de València.
- Naza Gadán, un lutier argentino, tomó el relevo del negocio familiar de su suegro para evitar su cierre por jubilación.
- El comercio resiste a la turistificación, un fenómeno que ha afectado a muchos negocios tradicionales de la zona.
- Actualmente, el taller repara más de 60 guitarras y atiende a músicos profesionales.
- Recientemente, ha estado trabajando en la restauración de 74 instrumentos dañados por la DANA en l'Horta Sud.
Un refugio artesano en un barrio en transformación
Encontrar el Taller Luthier Musical Gaspar no es una tarea sencilla. Se esconde en una calle sin salida del barrio del Carmen, un área que ha experimentado una profunda transformación en las últimas décadas. Mientras muchos negocios históricos han sido reemplazados por supermercados o apartamentos turísticos, este taller se mantiene como un bastión de la artesanía local.
El actual responsable, Naza Gadán, explica que la singularidad del servicio es clave para su supervivencia. “Nuestros clientes son fieles y, pese a las dificultades de movilidad y acceso, siguen acudiendo”, comenta. Esta lealtad permite que el taller siga funcionando en un entorno cada vez más orientado al visitante ocasional.
El impacto de la turistificación
Un estudio del Ayuntamiento de València destacó que en Ciutat Vella el 17,7% de los locales comerciales estaban cerrados. El informe también advertía de la tendencia de convertir tiendas para residentes en negocios enfocados exclusivamente en turistas.
Para proteger la concentración que requiere su oficio, Gadán ha colocado una pegatina en la puerta con el mensaje "don't disturb". Según explica, era frecuente que los turistas entraran sin saludar, grabaran un vídeo de las guitarras colgadas y se marcharan sin más. “Interrumpían cualquier proceso de fabricación”, recuerda.
Más de un siglo de historia familiar
La historia del taller comenzó en 1908, cuando Salvador Gaspar García (1874–1942), discípulo del reconocido lutier Salvador Ibáñez, abrió su primer establecimiento en la calle Alta, número 54.
Los inicios de un legado
Salvador Gaspar ganó notoriedad rápidamente por la alta calidad de sus guitarras de concierto. Su trabajo fue reconocido en las Exposiciones Regional y Nacional de 1909 y 1910, donde obtuvo dos medallas diseñadas por el escultor Mariano Benlliure, piezas que la familia todavía conserva como un tesoro.
Tras su fallecimiento, su hijo Agustín Gaspar tomó las riendas del negocio. Fue bajo su dirección cuando, en 1960, el taller se trasladó a su ubicación actual en la calle Moro Zeit.
Una dinastía de artesanos
La tradición familiar continuó con Vicente Gaspar, nieto del fundador. Sin embargo, a principios del siglo XXI, el futuro del taller parecía incierto, ya que ninguno de sus dos hijos tenía la intención de seguir con el oficio. El cierre por jubilación parecía el destino inevitable del centenario negocio.
La transición que salvó el taller
La continuidad del Taller Luthier Gaspar llegó de forma inesperada. Naza Gadán, un técnico de sonido argentino y pareja de Pilar Gaspar, hija de Vicente, comenzó a frecuentar el taller sin un plan predefinido.
“Tras conocer a Pili, me vine de Argentina. Como ella estaba estudiando y yo no conocía a mucha gente, me pasaba horas en el taller y ayudaba a mi suegro en lo que podía”, relata Naza.
Su especialización en guitarras eléctricas fue un factor decisivo. En la década de los 2000, muchos lutieres tradicionales mostraban reticencias a trabajar con instrumentos eléctricos, pero para Naza, con su formación en sonido, era un campo natural. Esta habilidad le permitió hacerse un hueco y atraer a una nueva clientela.
El relevo generacional
La colaboración se fue estrechando hasta que una noche, con la jubilación de Vicente cada vez más cerca, este le preguntó a su yerno sobre sus planes de futuro. La respuesta de Naza fue un “sí” inmediato a la propuesta de hacerse cargo del negocio.
Durante los años de transición, Naza aprendió los secretos del oficio de la mano de su suegro, empezó a tratar directamente con los clientes y asumió progresivamente más responsabilidades. Su compromiso no solo dio continuidad a una saga de artesanos, sino que también evitó que un espacio con más de 100 años de historia se convirtiera en otro negocio para turistas.
El trabajo tras la DANA
El taller no solo se enfrenta a los desafíos del cambio urbano, sino también a las consecuencias de desastres naturales. La reciente DANA que afectó gravemente a l'Horta Sud ha traído al taller una gran cantidad de trabajo de restauración.
Naza muestra una guitarra aún cubierta de barro, testimonio de la inundación. “Hemos recuperado 74 bajos y guitarras, alguna de ellas después de estar tres días flotando en el agua”, explica. Muchos de sus clientes, con locales de ensayo en las zonas afectadas, perdieron sus instrumentos.
Este esfuerzo de recuperación subraya el papel esencial que el taller sigue desempeñando para la comunidad musical valenciana, ofreciendo no solo un servicio, sino también esperanza a los músicos que lo han perdido casi todo.





