Toni Pastor, considerado el arquitecto de las principales estructuras de las artes escénicas en la Comunitat Valenciana, ha sido galardonado con el Premi a la Trajectòria por la Associació de Professionals de la Dansa de la Comunitat Valenciana (APDCV). El reconocimiento, el primero que la asociación concede a un gestor cultural, pone de relieve una carrera dedicada a construir el sector, pero también una voz crítica con el estado actual de sus creaciones.
Durante una charla pública, Pastor repasó el origen de proyectos clave como Dansa València o el Circuit Teatral Valencià, al tiempo que lanzó una dura crítica sobre su deriva actual, lamentando la falta de escucha a los profesionales y la influencia política en la gestión cultural.
Puntos Clave
- Toni Pastor recibe el Premi a la Trajectòria de la APDCV, siendo el primer gestor cultural en obtenerlo.
- Critica duramente el estado actual del Circuit Cultural Valencià, afirmando que "no existe" en su concepción original.
- Compara el festival Dansa València con "una falla" que se planta cada año pero no deja poso en la programación regular.
- Defiende que el apoyo a las compañías va más allá de las subvenciones y reclama un mayor protagonismo de los profesionales en la toma de decisiones.
Un premio a la trayectoria de un gestor "incómodo"
El galardón que recibirá Toni Pastor el próximo 8 de noviembre en el Espai LaGranja no es solo un homenaje a su labor, sino también un reconocimiento a una figura que nunca ha rehuido la confrontación por defender sus principios. Él mismo se enorgullece de haber sido "molesto", una actitud que, según relata, le costó su puesto en la administración pública en más de una ocasión.
Su salida de la Generalitat Valenciana es un claro ejemplo de ello. "Llevaba cinco años en la Generalitat. Me pidieron que diseñara el temario para las oposiciones a mi puesto y más tarde me empujaron a que me presentara", contó con ironía durante una conversación en el Teatre El Musical. El resultado fue previsible: "Lo hice y me suspendieron".
Proyectos que no vieron la luz
Además de las iniciativas consolidadas, Pastor también recordó proyectos frustrados que podrían haber cambiado el panorama escénico. Entre ellos, un primer modelo de residencias artísticas y, sobre todo, la negociación con el Ministerio de Cultura para instalar en València el Centro Coreográfico Nacional, una oportunidad que se perdió tras su salida de la administración.
Pese a los obstáculos, su legado permanece en las estructuras que diseñó hace casi cuatro décadas. Sin embargo, su visión sobre el estado actual de estas "criaturas" es agridulce y dibuja una radiografía preocupante del sector cultural valenciano.
El Circuit Cultural: De red colaborativa a catálogo político
Una de sus críticas más severas se dirige al Circuit Cultural Valencià. "El Circuit en la actualidad no existe. Es algo que me pone triste y me da rabia", afirmó Pastor sin rodeos. Para él, el modelo actual se ha desvirtuado por completo, convirtiéndose en algo más parecido a un catálogo de espectáculos que a la red colaborativa que él concibió.
En sus orígenes, el Circuit nació como una red informal de programadores municipales. Se coordinaban para formarse, conocer las nuevas propuestas escénicas de la Comunitat y diseñar pequeñas giras para las compañías, optimizando recursos y enriqueciendo las programaciones locales.
"El problema empezó cuando se publicó en el DOGV y pasó a depender de los políticos", señaló Pastor.
Según el gestor, el nuevo modelo propuesto por el Institut Valencià de Cultura (IVC) se asemeja al SARC de la Diputació de València, pero con un matiz peligroso: "deciden quién entra y quién no… Supongo que con un trasfondo político".
La formación de programadores como clave
Para Pastor, el objetivo fundamental del Circuit era formar a los programadores para que desarrollaran un criterio propio y apostaran por propuestas más arriesgadas. Criticó la mentalidad conservadora de algunos gestores municipales.
Recordó una anécdota con un programador que, tras ver un montaje, le dijo que "su pueblo no estaba preparado para eso". La respuesta de Pastor fue contundente: "Llevas 25 años programando y todavía hay espectáculos que tu pueblo no entendería. Si tu público es torpe es porque lo has hecho torpe tú".
De esa necesidad de que los programadores vieran más teatro nació precisamente la Mostra de Teatre d'Alcoi, un festival concentrado entre semana para que los profesionales, que trabajan los fines de semana, pudieran descubrir una selección de las mejores obras valencianas.
Dansa València: Un festival en medio del desierto
El festival Dansa València es otra de las grandes creaciones de Pastor, y su origen revela su metodología de trabajo. "Antes de fundar el festival, hablé con las compañías para preguntarles qué necesitaban. Es así como tienen que hacerse las cosas", explicó. El objetivo era claro: impulsar la profesionalización e internacionalización de la danza, un sector históricamente a la sombra del teatro de texto.
Aunque el festival se ha consolidado como una cita importante, Pastor es muy crítico con su impacto real. Lo describe como "una falla": "Cada año plantamos una falla, y luego no pasa nada". Con esta metáfora, denuncia que el festival es un gran evento anual que no se traduce en una mayor presencia de la danza en las programaciones estables de los teatros públicos durante el resto del año.
Le "sorprende" la escasa programación de danza fuera de espacios especializados como La Mutant. Para él, Dansa València es, en definitiva, "un festival en medio de un desierto", un evento aislado que no logra transformar el ecosistema escénico de manera permanente.
Escuchar a los profesionales y formar a los creadores
A lo largo de su intervención, Pastor desgranó las claves de su filosofía de gestión cultural, que se pueden resumir en dos ideas principales: escuchar al sector y apostar por la formación integral.
"Lo que más echo de menos actualmente es que no se escucha a los profesionales. Los profesionales deben definir todo", sentenció. Para él, el apoyo público no puede limitarse a una simple ayuda económica.
"Ayudar a una compañía no es solo subvencionarla. Todo el mundo tiene derecho al fracaso; si se le subvenciona y no funciona, hay otras muchas maneras de ayudarle".
La otra gran pata de su visión es la formación. Como profesor en la ESAD hasta los 70 años, donde guió a artistas emergentes como Roberto Hoyo o Tomás Verdú, defendió una enseñanza práctica y conectada con la realidad profesional. Considera crucial que a los futuros creadores se les enseñe a elaborar un presupuesto, se les facilite una lista de programadores, se les explique cómo presentar una propuesta o cómo funciona la SGAE. En resumen, darles las herramientas para que sus proyectos artísticos sean también viables.





