Un análisis reciente de datos fiscales en Valencia revela una profunda división económica: mientras en los barrios más pobres casi todos los ingresos provienen del trabajo, en las zonas más ricas menos de la mitad dependen de un salario. Este fenómeno, conocido como rentismo, podría tener un reflejo directo en la vida cultural de la ciudad, donde la repetición de fórmulas de éxito amenaza con desplazar a la innovación y la creación de nuevas propuestas.
Puntos Clave
- División Económica: En el barrio más rico de Valencia, Pla del Remei, solo el 43% de la renta procede del trabajo, en contraste con el 83% en la zona más humilde, Sant Pau y Benimàmet.
- Rentismo Cultural: Existe una tendencia a replicar éxitos culturales pasados en lugar de invertir en nuevas propuestas arriesgadas, un modelo similar al rentismo económico.
- Finanzas sobre Nostalgia: La repetición de fórmulas no se debe solo a la nostalgia, sino a una estrategia financiera para minimizar riesgos y maximizar beneficios.
- Riesgo para la Innovación: Este enfoque conservador puede sofocar a los nuevos creadores y limitar la evolución cultural de la ciudad, dejando poco espacio para el talento emergente.
Un mapa económico de dos Valencias
Datos recientes de la Agencia Tributaria dibujan un mapa socioeconómico muy claro en Valencia. La brecha entre los barrios más ricos y los más pobres no es solo una cuestión de ingresos, sino del origen de ese dinero. Esta geografía de la riqueza muestra dos realidades completamente distintas que conviven en la misma ciudad.
La Brecha en Cifras
Según los datos, en el código postal de Pla del Remei, el más rico de la ciudad, solo el 43% de los ingresos de sus residentes proviene del trabajo. De hecho, es el barrio de toda España donde la renta menos depende de un salario. En el otro extremo, en la zona de Sant Pau y Benimàmet, el 83% de la renta familiar depende exclusivamente del trabajo.
Esta distribución revela un modelo donde una parte de la ciudad vive de sus capitales e inversiones, mientras que la otra depende por completo de su esfuerzo laboral diario. A diferencia de otras grandes ciudades españolas como Madrid o Barcelona, donde las zonas ricas tienden a situarse en la periferia, en Valencia el núcleo del rentismo se concentra en el mismo centro, influyendo en la perspectiva y las prioridades de la ciudad.
El reflejo del rentismo en la cultura
Esta estructura económica parece tener un paralelismo en el ámbito cultural. Se puede hablar de un "rentismo cultural", un fenómeno donde se prefiere vivir de las rentas de lo que fue exitoso en el pasado en lugar de apostar por la creación de algo nuevo. La tendencia es repetir fórmulas probadas que garantizan un retorno económico, minimizando el riesgo que implica la innovación.
El caso de las Fallas
Las Fallas son un claro ejemplo de esta tensión. Desde hace años, en el mundo fallero existe un debate latente entre quienes abogan por mantener y replicar los estilos tradicionales y quienes buscan explorar nuevas estéticas y conceptos. La presión por repetir lo que ya funcionó puede llevar a la creación de obras que, en su intento de imitar el pasado, no logran conectar con el presente ni proponer un futuro.
Esta búsqueda de seguridad en lo conocido es una reacción comprensible ante la despersonalización de las ciudades, pero conlleva el riesgo de convertir la tradición en un producto estancado en lugar de una manifestación cultural viva y en evolución.
¿Qué es el rentismo?
El rentismo es un término económico que describe la obtención de ingresos derivados de la propiedad de un activo (inmobiliario, financiero, etc.) en lugar de la producción o el trabajo. En el ámbito cultural, se refiere a la explotación continua de éxitos pasados en lugar de la creación de nuevos contenidos.
No es nostalgia, son finanzas
A menudo, la preferencia por lo antiguo se atribuye a la nostalgia. Cada generación tiende a pensar que la mejor década para la música o el cine fue la de su juventud. Sin embargo, el fenómeno actual va más allá de un simple anhelo por el pasado. La decisión de reeditar éxitos no es tanto una cuestión sentimental como una estrategia financiera.
"Se repite y repite porque reeditar lo que funcionó reduce los riesgos. No es nostalgia, son finanzas. Si nuestra cultura está enfocada en vivir de rentas, en traer lo que triunfó, ¿cómo permitiremos que se abra paso quien quiere triunfar?"
El economista Jan Eeckhout, en su libro "La paradoja del beneficio", señala que la creación de nuevas empresas ha disminuido drásticamente. En la década de 1990, representaban el 14% del total, mientras que hoy apenas alcanzan el 8%. Unas pocas grandes corporaciones dominan el mercado, dificultando la competencia y la aparición de nuevas iniciativas. Este inmovilismo económico se traslada a la cultura.
El espejismo de los grandes regresos
El regreso a los escenarios de bandas como Oasis es un termómetro perfecto de esta situación. Su gira genera un enorme movimiento económico y una sensación de esplendor cultural. Sin embargo, es un espejismo que oculta una realidad preocupante: la desaparición de la base cultural.
- En 2023, solo en la ciudad de Birmingham cerraron 125 salas de conciertos.
- En 2024, el 44% de las salas existentes declararon pérdidas operativas.
- De los 34 locales donde Oasis tocó en su primera gira, solo quedan 11 abiertos.
Estos datos, reportados por The Guardian, muestran que mientras se invierten fortunas en revivir glorias pasadas, el ecosistema que permite nacer a los futuros talentos se está desmoronando. La industria cultural, al igual que otros sectores económicos, apuesta por lo seguro, por el "beneficio garantizado" que ofrece un nombre ya consolidado.
El futuro de la creación en Valencia
La reflexión sobre el modelo económico de Valencia y su posible impacto en la cultura es fundamental. Si la ciudad se acostumbra a vivir de las rentas, tanto económicas como culturales, corre el riesgo de caer en el inmovilismo. Una cultura que solo mira al pasado y repite sus éxitos es una cultura que deja de crear y de evolucionar.
Permitir el riesgo, apoyar a los nuevos creadores y fomentar la experimentación son las únicas vías para combatir el rentismo cultural. La pregunta clave es si Valencia, como sociedad, está dispuesta a invertir en el trabajo y el talento del mañana en lugar de simplemente cobrar las rentas de su brillante ayer.





