Los clubes de lectura están transformando la vida cultural de Valencia. Lo que antes era una actividad solitaria, ahora se ha convertido en un motor de comunidad y conversación en librerías y bibliotecas. Desde el confinamiento, estos espacios han experimentado un crecimiento notable, atrayendo a decenas de personas, en su mayoría mujeres, que buscan compartir la experiencia de la lectura.
Este fenómeno refleja un cambio en cómo se concibe la lectura. Ya no es solo un acto íntimo, sino una oportunidad para el diálogo y la conexión social. Las librerías independientes, en particular, han encontrado en estos clubes un pilar fundamental para su sostenibilidad económica y su rol como centros culturales de barrio.
Puntos Clave
- Los clubes de lectura han crecido significativamente en València y España desde 2020.
- Fomentan la creación de comunidades y el diálogo alrededor de los libros.
- Son un apoyo económico vital para las librerías independientes.
- La mayoría de los participantes son mujeres, buscando un espacio de conversación.
- Ofrecen un refugio ante el ritmo acelerado de la vida moderna.
Los clubes de lectura: un fenómeno en expansión
Abrir un libro siempre se ha considerado un acto personal, a menudo reservado para momentos de tranquilidad. Sin embargo, esta percepción está cambiando. La lectura en voz alta, compartida entre personas que al principio son desconocidas, se convierte en una experiencia colectiva. La timidez inicial se disipa rápidamente, dando paso a conversaciones enriquecedoras.
En València, los clubes de lectura se han multiplicado en los últimos años. Se han consolidado como uno de los principales motores de la vida cultural en librerías y bibliotecas públicas. Estos encuentros van más allá de un simple debate sobre un libro. Son espacios para la construcción de una comunidad. Funcionan sin jerarquías, lo que permite un diálogo abierto y respetuoso.
«Es un clima muy respetuoso, en el que partimos siempre de que nadie sabe más que nadie», subraya Almudena Amador, de la librería Ramon Llull.
En esta atmósfera de confianza, el libro deja de ser un mero producto de consumo. Se transforma en un pretexto, un puente y un territorio compartido para sus miembros. La lectura se convierte en una actividad social que fortalece lazos.
Datos de Lectura en España
Según el informe de la Federación de Gremios de Editores de España, en 2024, el 65,5% de la población española lee en su tiempo libre. En la Comunitat Valenciana, este índice fue del 63,8%. El total de la población no lectora ha alcanzado mínimos históricos, una tendencia acentuada tras la pandemia.
Diversidad de enfoques y temáticas
Aunque los clubes de lectura comparten el objetivo de reunir a personas para conversar sobre libros, su estructura y temáticas varían. En la librería La Primera, Julia Carrasco García destaca la amplia oferta de grupos activos. Incluyen clubes de literatura norteamericana, terror, literatura portuguesa, filosofía y ensayo. Algunos son permanentes, mientras que otros se forman y disuelven según el interés.
Julia Carrasco coordina un club de literatura griega moderna. Ella misma comenzó como lectora tímida en un club de antigüedad clásica. Su experiencia demuestra cómo estos espacios pueden transformar la participación individual. Actualmente, es la propietaria de La Primera, habiendo iniciado su trayectoria en la librería como lectora, luego coordinadora y finalmente dueña.
En La Rossa, la programación incluye clubes temáticos sobre maternidad, ensayo y humor. También tienen un club de novedades que sirve como presentación de la librería. Alodia Clemente explica que la programación de los clubes es un «mensaje de fuerza» que define la identidad de la librería. Esto es crucial para las librerías independientes, que necesitan diferenciarse en el ecosistema cultural.
En Bartleby, Lucía Márquez dirige el club "Una mirada desde la alcantarilla". Este club se centra en libros que abordan la historia desde las periferias. Esto incluye temas como feminismo, derechos humanos e historias decoloniales. El objetivo es compartir lecturas que normalmente no ocupan el centro de la conversación.
El 'Boom' Post-Pandemia
La pandemia de COVID-19, lejos de ser el fin para las librerías, impulsó un resurgimiento. "Cuando llegó la pandemia, pensábamos que iba a ser el final. Y, todo lo contrario", comenta Julia Carrasco. Los clientes mostraron un fuerte deseo de apoyar a sus librerías locales, lo que se tradujo en un "boom inicial de ventas". Esto permitió a las librerías mejorar su oferta y fortalecer la relación con sus clientes. Además, por primera vez, las instituciones comenzaron a prestar más atención a su valor cultural.
Un pilar para las librerías independientes
Más allá de las afinidades temáticas, existe un consenso sobre la importancia vital de los clubes de lectura para la subsistencia de las librerías. Julia Carrasco de La Primera lo expresa claramente: «Es una ayuda económica, porque los asistentes compran aquí el libro y eso garantiza unos ingresos periódicos. Pero también es hacer barrio, crear comunidad».
Esta doble función –sostener el negocio y enriquecer la vida cultural del entorno– convierte a los clubes en elementos centrales para la estrategia de cualquier librería independiente. Son espacios que generan lealtad y un flujo constante de visitantes.
«Los clubes de lectura están cogiendo cada vez más peso», afirma Alodia Clemente de La Rossa. «Después de la pandemia, las presentaciones han perdido fuerza, pero los clubes funcionan muy bien, porque son encuentros más reducidos».
Almudena Amador de Ramon Llull comparte esta visión: «Es un pilar fundamental de la librería. Más allá de las giras editoriales, nos gusta programar nuestras propias propuestas, y los clubes permiten generar un diálogo constante con la gente del barrio».
Organizar un club de lectura implica más que solo elegir un libro y una fecha. Requiere una serie de decisiones y atenciones. Para Lucía Márquez, lo primordial fue reducir la exigencia inicial. Quería crear un espacio donde nadie se sintiera obligado a hablar. "Me parecía fundamental que nadie estuviera obligado a hablar. Crear un espacio en el que alguien pudiera venir, escuchar y marcharse sin más", explica.
Esta atmósfera propicia interpretaciones inesperadas. "De repente alguien lee un fragmento de una forma que nadie había pensado y se abre otro portal, otra posible lectura del libro", añade Lucía Márquez.
Claves para el éxito de un club de lectura
- Hilo conductor: Todos los clubes exitosos tienen una temática o género definido, lo que ayuda a proponer lecturas coherentes.
- Conocimiento del género: Es importante que los coordinadores conozcan bien el género para guiar las discusiones.
- Escucha activa: Adaptar las propuestas a los intereses de los participantes es crucial. En La Rossa, por ejemplo, crearon un club matinal tras una encuesta a sus clientas.
- Ambiente de confianza: Fomentar un espacio donde los asistentes se sientan cómodos para expresarse o simplemente escuchar.
Julia Carrasco reconoce que al principio le imponía coordinar un grupo. Sin embargo, comprendió la importancia de establecer un marco común. También destaca la necesidad de "leer el entorno". "La mayoría de asistentes son del barrio, así que conviene pensar en sus intereses, para que se sientan implicados", comenta.
Creando comunidad más allá de la lectura
El temor a que un grupo se disperse o que un libro no conecte con los lectores es una preocupación constante. Lucía Márquez lo admite: «Cada mes pienso: "¿Y si esta vez no viene nadie? ¿Y si el libro deja fríos a todos?" Me aterra proponer títulos que no conecten. Pero, incluso cuando a alguien no le gusta, el debate que se genera puede ser interesantísimo».
Desde Ramon Llull, Almudena Amador insiste en mantener un clima de acogida. «Hay mucho respeto. A nadie se le exige nada, cada cual habla si quiere. Y eso hace que la gente tímida acabe encontrando su lugar», asegura. Esta flexibilidad permite que personas de diferentes personalidades se integren y disfruten de la experiencia.
En La Rossa, comenzaron a ofrecer comida en uno de los clubes, convirtiéndolo en una merienda. Ahora, en muchos, los propios participantes aportan alimentos. Esto transforma el club en un espacio de confianza, no solo de lectura. Alodia Clemente observa cómo, con el tiempo, muchos clubes han generado amistades y conversaciones que van mucho más allá de los libros. La clave no está tanto en el método, sino en el cuidado y la atención a los detalles. Diseñar un hilo conductor, generar confianza, aceptar la discrepancia y mantener viva la curiosidad son los ingredientes que sostienen estos encuentros. Como dice Lucía Márquez: «Se trata de intercambiar tesoros encontrados en un libro».
«Una de las claves de los clubs de lectura es que ofrecen un par de horas de poder parar, dejar a un lado los ritmos hiperacelerados y el vértigo del presente y simplemente hablar de algo que nos gusta. Una forma de reapropiarnos de nuestro tiempo sin tener que llegar a ninguna conclusión, sin producir nada, solo juntarse para conversar, que es algo bastante complicado en este mundo que habitamos», concluye Lucía Márquez.
Predominio femenino en los clubes
Un rasgo notable de los clubes de lectura en València es la abrumadora presencia femenina. Según el último informe de hábitos de lectura en España de la Federación de Gremios de Editores de España (2024), el 71,7% de las mujeres lee en su tiempo libre, frente al 59% de los hombres. Esta diferencia es de casi doce puntos porcentuales.
Durante la realización de un reportaje fotográfico, el fotógrafo Daniel García-Sala observó esta tendencia. En un grupo de diecisiete personas en Bartleby, solo había dos hombres. En otro grupo grande en La Primera, no había ninguno. Lucía Márquez señala que, aunque suele haber hombres, son "muy pocos en comparación".
Dentro de esta mayoría femenina, hay edades muy diversas. Esto enriquece las conversaciones, ya que una misma historia puede generar lecturas diferentes según el momento vital de cada persona. En La Rossa, librería especializada en libros escritos por mujeres, Alodia Clemente observa que las lectoras suelen apuntarse solas. Muchas veces, no tienen con quien comentar sus lecturas en su entorno. Así, el club se convierte en ese espacio. A partir de ahí, se forman amistades y se generan vínculos que trascienden el club.
La Primera también refleja este perfil mayoritario de mujeres. Julia Carrasco relata cómo un grupo de lectoras de fantasía, que se reconocían en eventos sin conocerse, finalmente se encontraron en el club. Eran "chicas jóvenes del barrio que leían lo mismo, pero no habían coincidido". El club fue el lugar donde se conectaron, y ahora incluso comparten otros eventos fuera de la librería.
Este predominio femenino se interpreta como la creación de un espacio simbólico. Lucía Márquez reflexiona: «Hay muchos ámbitos dominados por la voz masculina, y me parece importante tener lugares donde no ocurra eso, donde las voces más comunes sean otras. Ya por el hecho de escuchar a mujeres de realidades muy distintas, la conversación se vuelve más plural».
La primera vez en un club de lectura
Para aquellos que sienten curiosidad por unirse a un club de lectura, la pregunta es común: ¿qué sucede al acercarse por primera vez? Este inicio de curso es un momento ideal, ya que muchos grupos están comenzando.
Llegar por primera vez a un club de lectura puede parecer un salto al vacío. La lectura es un acto íntimo, y compartirlo con un grupo de desconocidos puede generar vértigo. Lucía Márquez, quien se considera tímida, lo entiende bien. «Yo soy muy tímida y me daba mucha vergüenza hablar delante de un grupo. Por eso me parece importante dejar claro que no es obligatorio opinar. Nadie va a juzgarte. Y lo sorprendente es que, con el tiempo, toda esa gente que decía que no iba a hablar acaba participando», confiesa.
Esta transformación se repite en muchas librerías. Julia Carrasco recuerda su propia experiencia como asistente. Al principio, solo escuchaba, abrumada por la cantidad de gente. Pero un día se atrevió a hablar, y ahora "somos todas amigas".
Para Alodia Clemente, la clave reside en el carácter íntimo de la conversación. No es como ir al gimnasio, donde se puede hacer ejercicio sin interactuar. En un club, hay que expresar pensamientos y sentimientos que la lectura provoca. "Eso genera un vínculo muy especial", afirma.
Desde Ramon Llull, Almudena Amador destaca el ambiente de respeto que facilita la integración. «Es un clima muy amable, nada hostil. Nadie sabe más que nadie, y todo el mundo tiene cabida. Eso hace que la persona que entra con miedo acabe encontrando un lugar», explica.
Basta con escuchar para descubrir que la lectura compartida no requiere títulos ni credenciales, solo disposición a participar. En ese acto de abrir un libro frente a otras personas, las distancias se borran, la timidez se diluye y nace una comunidad. Lo que empezó como un acto solitario se convierte en un espacio común donde las voces dialogan y el libro se transforma en una experiencia colectiva, enriqueciendo la vida de quienes se atreven a compartirla.





