El mundo de las Fallas de València lamenta la pérdida de José Manuel Alares, un artista fallero que dejó una huella imborrable en la estética de los monumentos infantiles. Alares falleció a los 75 años, según ha confirmado el Gremio de Artistas Falleros, dejando tras de sí un legado artístico que priorizó la claridad y la sencillez frente a las tendencias dominantes.
A pesar de no haber ganado nunca un primer premio en la Sección Especial, su influencia es indiscutible. Su propuesta de fallas limpias, con figuras reconocibles y composiciones fáciles de entender, marcó a una generación y sigue siendo un referente de innovación y coherencia artística en la fiesta.
Puntos Clave
- El artista fallero José Manuel Alares ha fallecido a los 75 años.
- Fue un renovador de la estética de las fallas infantiles, con un estilo basado en la simplicidad y la claridad conceptual.
- Su carrera en la Sección Especial se extendió durante 30 años, principalmente en la comisión Reino de València-Duque de Calabria.
- Nunca ganó un primer premio de Especial, pero obtuvo importantes reconocimientos de Ingenio y Gracia.
- Su obra fue reconocida con una exposición en el Museo Fallero, consolidando su estatus como figura clave en la historia de la fiesta.
Un Estilo Inconfundible y Vanguardista
La obra de José Manuel Alares se distingue por una ruptura consciente con las corrientes estéticas que dominaban el panorama fallero a su llegada. Formado en la Escuela de Artes y Oficios y con experiencia en ilustración y publicidad, Alares aplicó un enfoque autodidacta a la plástica fallera, desarrollando un lenguaje visual propio.
Su estilo se caracterizaba por la simplicidad de las formas y la pureza de las líneas. Huía deliberadamente del barroquismo del llamado "estilo Canet", que imperó durante décadas, y también se desmarcaba de la tendencia actual de acumular figuras hasta saturar el monumento. Para Alares, menos era más.
El Contraste con Otras Épocas
La propuesta de Alares surgió como una alternativa a dos grandes tendencias. Por un lado, el estilo barroco de artistas como Vicente Canet, que llenaba cada rincón del monumento con detalles y figuras. Por otro, la corriente contemporánea, que busca la espectacularidad a través de monumentos de gran volumen y una densidad de ninots que, aunque técnicamente impresionantes, a menudo dificultan la comprensión del mensaje, especialmente para el público infantil.
Sus fallas eran fácilmente reconocibles por el uso del color, las formas geométricas y, sobre todo, por las narices características de sus ninots, un sello personal que se convirtió en su firma. Proponía monumentos que se podían leer y entender a simple vista, algo fundamental para el público al que se dirigían: los niños.
Una Carrera Marcada por la Fidelidad y el Reconocimiento
La trayectoria de José Manuel Alares en la máxima categoría de las fallas infantiles se prolongó durante tres décadas, desde 1978 hasta 2007. Durante este largo periodo, su nombre estuvo ligado de forma casi ininterrumpida a una misma comisión: Reino de València-Duque de Calabria, una fidelidad poco común en el competitivo mundo de las Fallas.
Aunque el primer premio de la Sección Especial le fue esquivo, estuvo cerca de conseguirlo en varias ocasiones. Su época dorada en cuanto a resultados fue el trienio de 1992 a 1994, cuando plantó para l'Antiga de Campanar.
Logros en l'Antiga de Campanar (1992-1994)
- 1992: Tercer premio de Sección Especial y Primer premio de Ingenio y Gracia.
- 1993: Tercer premio de Sección Especial y Primer premio de Ingenio y Gracia.
- 1994: Segundo premio de Sección Especial y Primer premio de Ingenio y Gracia.
Estos tres galardones consecutivos de Ingenio y Gracia demostraban que, aunque los jurados no le otorgaran el máximo galardón, sí reconocían la originalidad, la composición y la crítica de sus propuestas. Su arte trascendía la simple competición por los premios.
Obras Icónicas y un Legado Perdurable
Más allá de los premios, Alares dejó para la historia varios monumentos que son recordados por su audacia y concepto. Uno de los más emblemáticos fue el que plantó para la comisión Albacete-Marvá en 1981. En aquella falla, reprodujo de forma conceptual la Finca Roja, un icónico edificio de València, demostrando que una falla infantil podía ser simple, elegante y profundamente significativa.
"Su forma de entender la estética fallera no acabó imponiéndose, pero su influencia es innegable. Propuso un camino diferente, más centrado en el mensaje y la claridad que en la acumulación de elementos", comenta un experto en historia fallera.
En esa misma demarcación, se permitió un juego conceptual único plantando las fallas "Plantà" en 1988 y "Cremà" en 1989, creando un diálogo artístico a lo largo de dos años consecutivos. Estas obras demostraban su compromiso con un arte fallero que invitaba a la reflexión.
El Reconocimiento Institucional
Una de las particularidades de su carrera es que nunca logró un ninot indultat. Su estilo, alejado del realismo detallado que suele atraer el voto popular, no conectó con los gustos mayoritarios para salvar una de sus figuras del fuego. Sin embargo, el Museo del Gremio de Artistas Falleros sí conserva algunas de sus creaciones.
El reconocimiento a su aportación llegó de forma institucional. El propio Museo Fallero de València, que nunca acogió un ninot suyo por votación popular, le dedicó una exposición monográfica. Este homenaje en vida sirvió para subrayar su incuestionable contribución a la evolución de la estética festiva.
Su última falla fue plantada en 2013 para la comisión Menéndez Pelayo-Avenida Cataluña. Hasta el final, se mantuvo fiel a su estilo, a menudo teñido de un halo de melancolía o inconformismo. Como recordaba recientemente el expresidente de la falla Exposición, Félix Crespo, al ser preguntado por un artista que le hubiera marcado, su respuesta fue inmediata: "José Manuel Alares". Una opinión compartida por muchos para quienes fue, y seguirá siendo, una referencia fundamental en la historia de las Fallas.





