Un año después de la trágica DANA que devastó parte de la provincia de Valencia, la memoria de las 229 víctimas mortales sigue presente. Entre ellas, la pérdida de nueve niños, siete de ellos menores de diez años, representa una de las heridas más profundas para una sociedad que todavía busca respuestas y consuelo.
Estas jóvenes vidas, truncadas por la furia del agua, no son solo una estadística en el recuento de la catástrofe. Son historias de familias destrozadas y futuros que nunca llegarán a ser, un doloroso recordatorio de la vulnerabilidad humana ante la fuerza de la naturaleza.
Puntos Clave
- Nueve menores de edad, siete de ellos con menos de 10 años, fallecieron durante la DANA de octubre de 2024.
- La cifra total de víctimas ascendió a 229, incluyendo un bebé nonato reconocido judicialmente.
- Familias de las víctimas continúan buscando justicia y han iniciado campañas de recaudación de fondos para costear los procesos legales.
- La organización Save the Children estima que 200.000 niños se vieron afectados directa o indirectamente por las inundaciones.
- Más de un centenar de centros educativos sufrieron daños, y ocho de ellos siguen inutilizados un año después.
Un dolor que no cesa: las historias detrás de las cifras
El recuerdo de los más pequeños sigue vivo en sus barrios y pueblos. En Benetússer, los vecinos todavía hablan de la energía y la sonrisa de Sun Hui, de 11 años. La niña fue arrastrada por la corriente cerca del bar que su familia regenta, un humilde negocio donde su padre, con entereza, sigue trabajando mientras guarda su dolor.
La tragedia golpeó con especial crueldad a algunas familias. En Torrent, la riada derribó las paredes de una casa y se llevó a los hermanos Izan y Rubén, de tan solo cinco y tres años. Su búsqueda desesperada durante días mantuvo en vilo a toda la comunidad, hasta que sus cuerpos fueron encontrados el 13 de noviembre.
En Paiporta, la pequeña Angelina no había cumplido su primer año de vida cuando el agua la sorprendió junto a su madre. A pesar de los intentos de su madre por ponerla a salvo en el techo del coche, ambas fallecieron. Historias similares se repiten con Neizan, de cinco años, quien murió con sus padres en Chiva, o los hermanos Àngels e Isaam, de tres y cinco años, arrastrados por la corriente en Alginet.
El día que las aulas se inundaron
Aquel fatídico martes 29 de octubre, la mayoría de los colegios de la provincia de Valencia permanecieron abiertos, con contadas excepciones como Utiel. Cientos de niños acudieron a clase, muchos de ellos sorprendidos por la DANA en el trayecto de ida o vuelta a casa. La catástrofe dejó un total de 115 centros educativos anegados, y un año después, ocho de ellos continúan en desuso, obligando a sus alumnos a recibir clases en aulas provisionales.
La lucha por la justicia y el recuerdo
Para muchas de las familias, el duelo ha dado paso a una incansable búsqueda de justicia. Consideran que la tragedia no debe quedar impune. La familia de Izan y Rubén, por ejemplo, ha lanzado una campaña en la plataforma GoFundMe para cubrir los elevados costes de los procedimientos judiciales, habiendo recaudado ya más de 19.000 euros.
La tía de Neizan se ha convertido en una de las voces más visibles de los afectados. Ha participado en numerosas concentraciones y fue una de las personas que viajó al Congreso de los Diputados para entregar más de 65.000 firmas recogidas a través de Change.org, exigiendo respuestas y responsabilidades.
"No queremos que esta tragedia quede impune", es el sentir generalizado entre los familiares que han iniciado acciones legales para esclarecer si hubo negligencias en la gestión de la emergencia.
Los actos de homenaje también se han sucedido, como el convocado en el barranco del Poyo por la Plataforma del Voluntariat de la Comunitat Valenciana, donde numerosos vecinos se reunieron para recordar a las víctimas y mostrar su solidaridad.
El impacto silencioso en 200.000 menores
Más allá de las pérdidas humanas, la DANA dejó una profunda cicatriz en la infancia de la región. El informe "Con el barro en la mochila", publicado por Save the Children, arroja una cifra alarmante: unos 200.000 niños y niñas resultaron afectados por las inundaciones.
Este impacto no solo se refiere a daños materiales, sino también a las secuelas psicológicas. Muchos menores perdieron sus hogares, sus pertenencias, sus colegios y, en el peor de los casos, a sus seres queridos. La alteración de sus rutinas y la exposición a una situación de extremo peligro han generado un trauma que requiere atención especializada.
La DANA en cifras
- 229 víctimas mortales reconocidas.
- 9 de las víctimas eran menores de edad.
- 200.000 niños y niñas afectados, según Save the Children.
- 115 centros educativos inundados.
- 8 colegios siguen inutilizables un año después.
Una comunidad marcada y la víctima 229
La magnitud de la catástrofe también ha tenido un eco en el ámbito judicial. En una decisión sin precedentes, la jueza de Catarroja que instruye el caso ha incluido como la víctima número 229 al bebé nonato de una de las mujeres embarazadas que fallecieron.
La magistrada subrayó que la fallecida "albergaba otra vida, una vida humana dependiente de su madre, que también pereció el 29 de octubre de 2024". Este reconocimiento legal permite que el bebé sea inscrito en el Registro Civil y tenga una identidad propia dentro del procedimiento, un gesto que amplía la dimensión de una tragedia que, un año después, sigue doliendo en el corazón de Valencia.





