Martí Domínguez, periodista y catedrático de la Universitat de València, ha presentado su nueva novela, 'Ingrata Pàtria' (Proa, 2025). La obra reconstruye las últimas horas del doctor Joan Baptista Peset, una figura destacada como científico, rector y humanista, fusilado por el franquismo en 1941. Domínguez describe la muerte de Peset como un "magnicidio intelectual", destacando la pérdida de un referente moral e intelectual para su época.
En una entrevista, Domínguez subraya que Peset "representa lo mejor de la tradición valenciana de pensamiento crítico y libertad". La novela no solo narra los hechos, sino que busca recuperar del olvido la figura de este intelectual, cuya complejidad y trágico final lo convierten en un símbolo de la dignidad humana frente a la barbarie.
Puntos Clave
- Joan Baptista Peset, rector de la Universitat de València, fue fusilado en 1941.
- Martí Domínguez lo califica de "magnicidio intelectual" en su novela 'Ingrata Pàtria'.
- Peset era una figura compleja: católico, darwinista, liberal y valenciano ilustrado.
- Fue denunciado por compañeros de la Facultad de Medicina, lo que llevó a su condena a muerte.
- Su ejecución representó un "apagón prematuro" para la ciencia y la cultura valenciana.
La Relevancia de Joan Baptista Peset
La elección del doctor Peset como protagonista de 'Ingrata Pàtria' no fue casual para Martí Domínguez. El autor explicó que la figura de Peset trasciende la simple lista de víctimas del franquismo. Él encarna una resistencia de tipo intelectual, una defensa de la dignidad humana que se opuso a la oscuridad de la época. "Aquí teníamos a un hombre que era la antítesis de la oscuridad que se cernía sobre España", afirmó Domínguez.
Peset fue un científico de renombre internacional, además de un prolífico escritor y un lector apasionado de filosofía. Su profundo conocimiento del mundo alemán y su "brillantez circular", como la describe Domínguez, abarcaban múltiples áreas del saber. Era un intelectual completo, un perfil que el autor considera difícil de encontrar hoy en día.
Dato Interesante
Joan Baptista Peset ostentaba múltiples titulaciones universitarias, no por acumulación, sino por una "curiosidad insaciable" y una necesidad vital de comprender el mundo en su totalidad, según Martí Domínguez.
Un Faro para Valencia
El cargo de Peset como rector de la Universitat de València es a menudo recordado por sus numerosas carreras. Sin embargo, para Domínguez, esto no era un afán por coleccionar títulos. Era la prueba de una curiosidad intelectual inagotable y una necesidad de entender el mundo. Sus diversas disciplinas eran herramientas para su actividad personal y docente.
El fusilamiento de Peset, según Domínguez, no solo eliminó a un opositor político. También "extinguió la posibilidad de un renacimiento cultural para Valencia". Se acabó con un faro que podría haber guiado la recuperación de una cultura valenciana basada en el rigor, la razón y la modernidad. La tragedia es que una figura de esta magnitud sea hoy en gran parte desconocida, un olvido que 'Ingrata Pàtria' busca corregir.
La Crueldad de la Persecución
La biografía de Peset revela varios aspectos impactantes: su prestigio científico, su implicación política y la brutalidad de su persecución. Martí Domínguez se sintió especialmente conmovido por la naturaleza de esta persecución. Aunque la violencia física del franquismo era esperable, la crueldad en el caso de Peset fue más sutil y, al mismo tiempo, más reveladora.
Hace unos años, se hizo público el sumarísimo de Peset, un documento que Domínguez tuvo la oportunidad de leer. Lo que más le impactó fue descubrir que fueron sus propios colegas de la Facultad de Medicina quienes lo denunciaron. Una docena de médicos presentó la denuncia inicial. El tribunal militar lo condenó en un primer momento a 30 años y un día. Pero esto no fue suficiente para sus compañeros.
"La violencia física del franquismo era esperable, pero hay una crueldad más sutil y quizás más reveladora en su caso", declaró Martí Domínguez.
El Odio Condensado
Tres de sus colegas insistieron en un nuevo juicio. Uno de ellos aportó como prueba condenatoria una conferencia que Peset había publicado en los Anales de la Universidad. En ella, durante la guerra civil, Peset animaba a los estudiantes a resistir el levantamiento militar. Este hecho, lógico en su contexto, fue clave para su segunda condena, esta vez a muerte.
Detrás de esto había nombres como el de Marco Merenciano, un médico valenciano apodado el "Gregorio Marañón de derechas". Domínguez, al estudiar las orlas de las promociones, encontró a Peset como rector o catedrático de Medicina Legal junto a quienes firmaron su sentencia. Esto, según el autor, "te hace reflexionar sobre la naturaleza del odio en el ámbito universitario". Es un "odio envidioso, mezquino", que puede ser letal.
Contexto Histórico
El fusilamiento de Joan Baptista Peset ocurrió en mayo de 1941, dos años después del fin de la Guerra Civil Española. Este periodo fue el "momento álgido de la influencia nazi en Europa", lo que, según Domínguez, influyó en la convicción de sus verdugos de estar construyendo un "mundo nuevo" sin personas como Peset.
Fractura Social y Traición de Clase
El "odio condensado" del que habla Domínguez revela una fractura en la sociedad española de la posguerra. Esta fractura no era solo ideológica, sino también de clase. A Peset se le acusó de "traicionar a los suyos". Sus orígenes eran de una familia liberal y burguesa, con catedráticos y buena posición social. Él mismo había acumulado una fortuna con su laboratorio de análisis clínicos, poseía un lujoso Chrysler que incluso utilizó Manuel Azaña.
Su "traición" consistió en alinearse con el Frente Popular y ser diputado, no defendiendo los intereses de su clase. Lo tacharon de "chaquetero", pero Domínguez insiste en que Peset siempre fue coherente con sus ideas liberales y reformistas. Fue una traición de clase percibida, un castigo ejemplar para alguien que, desde su privilegio, no protegió esos mismos intereses. La ironía era que su esposa presidía Acción Católica en Valencia, y él era católico practicante.
Esta complejidad lo hacía más humano y su persecución, más absurda. No encajaba en los moldes simplistas que el bando vencedor quería imponer. Su caso es un ejemplo de cómo las tensiones sociales y las envidias personales se exacerbaban en el clima represivo de la posguerra.
La Novela Coral de 'Ingrata Pàtria'
'Ingrata Pàtria' no es un ensayo, sino una novela. Martí Domínguez reconstruye las últimas horas de Peset con una potente carga narrativa. El mayor desafío fue manejar la tensión entre la fidelidad a los hechos históricos y la necesidad de crear literatura a partir de la tragedia. Domínguez no quería una biografía novelada; su objetivo era hacer literatura y trascender la crónica para adentrarse en la experiencia humana del horror.
El método elegido fue el de una novela coral, con múltiples voces narrando en primera persona. Está la voz del propio Peset, la de su familia, la de algunos de sus verdugos e incluso la del enterrador y el ejecutor. La historia se construye a través de puntos de vista fragmentados y a menudo contradictorios. Cada personaje ve los hechos desde su propio prisma de intereses, miedos y justificaciones.
Domínguez evitó el sensacionalismo y la tragedia gratuita. No buscaba el morbo, sino "colocar al lector frente a la magnitud de lo que significó aquel acto: un magnicidio intelectual". Peset fue el único rector de universidad ejecutado en la posguerra española. Durante la guerra, fueron asesinados los rectores de Granada y Oviedo, pero la ejecución de Peset en 1941, con la guerra ya finalizada, adquiere una dimensión diferente.
El Impacto en la Ciencia Española
Peset fue un pionero en la investigación de vacunas y epidemias en Europa. Murió a los 55 años, en la plenitud de su capacidad científica. La ciencia española, y la ciencia en general, perdieron muchísimo con su ejecución. Domínguez destaca que Peset no era solo un médico brillante en su práctica clínica, sino un renovador. Dirigía una revista científica, una labor que implicaba rigor y una mirada aguda para discernir qué investigaciones merecían ser publicadas.
Era un gran editor y un dinamizador de la ciencia. Además, tenía ideas muy avanzadas en psiquiatría, un campo que estaba desarrollando y que, posiblemente, chocaba con las de otros colegas. Con 55 años, un científico de su calibre aún podía haber aportado décadas de trabajo innovador. Esas "envidias científicas" no eran solo rencillas personales, sino que a veces surgían de discrepancias intelectuales que se envenenaban.
"La ciencia perdió muchísimo. Peset no era solo un médico brillante en su práctica clínica; era un renovador", afirmó el autor.
La muerte de Peset fue un "apagón prematuro" para la investigación en España. La pérdida de un líder y un referente que podría haber ayudado a reconectar la ciencia española con la europea en años cruciales fue incalculable. Su legado científico quedó truncado abruptamente, dejando un vacío difícil de llenar en el panorama intelectual del país.
La Complejidad Intelectual de Peset
La figura de Peset es fascinante por su complejidad intelectual: era darwinista, catalanista, librepensador y, al mismo tiempo, profundamente cristiano. Para Domínguez, este perfil recuerda a otros intelectuales europeos de la época. Era un burgués católico practicante, pero con una mente abierta y moderna. Esta tensión es, de hecho, uno de los motores dramáticos de la novela.
En sus últimas horas, Peset buscaba desesperadamente la absolución de sus pecados, reflejando una lucha interior entre su fe y la injusticia que vivía. Su darwinismo y catalanismo no eran activismos militantes, sino simpatías intelectuales hacia movimientos renovadores. Participó en el congreso de 1909 por el centenario de Darwin, siendo la Universitat de València la única en España en rendirle homenaje.
También participó en el primer congreso de médicos y biólogos en lengua catalana, presidido por su padre. Originario de Godella, el valenciano era su lengua materna. No era un nacionalista político, sino un hombre que amaba su tierra y su cultura. En esencia, era un espíritu ilustrado, abierto a las ideas de progreso y modernidad, en oposición a un mundo anquilosado y reaccionario. Esta apertura intelectual lo hizo aún más peligroso para el régimen.
Reflexiones sobre el Presente
Martí Domínguez vincula constantemente la historia de Peset con la actualidad. Las amenazas al libre pensamiento y los ataques a la universidad son dinámicas peligrosas que, según él, estamos reviviendo. "Escribir sobre el pasado nunca es un ejercicio de arqueología. Es una herramienta para entender el presente", explicó.
Existe una beligerancia, a veces silenciosa y a veces explícita, contra el mundo de las ideas. Hoy, el intelectual tiene menos peso en la esfera pública. Se les ningunea, se les ridiculiza en redes sociales, se les acusa de ser una élite desconectada. Los poderes políticos no cuentan con ellos; han sido reemplazados por asesores de comunicación y expertos en focus groups. Domínguez menciona a Noam Chomsky, ignorado por el poder en Estados Unidos, como un ejemplo de esta tendencia.
Cita Destacada
"Echo de menos en nuestra universidad más profesores que sean, también, intelectuales públicos en el sentido sartreano del término: personas que intervengan en la vida de su tiempo", manifestó Martí Domínguez.
El Rol del Intelectual
Los intelectuales molestan cuando hablan de la crisis climática, las migraciones o la desigualdad. Son temas incómodos que los poderes prefieren abordar con eslóganes simples. La función del intelectual es "poner cortafuegos a la sinrazón, aportar sensatez y, sobre todo, humanidad al debate". Domínguez lamenta la falta de profesores que sean intelectuales públicos, en el sentido sartreano, que intervengan activamente en la vida de su tiempo.
La reciente victoria de Harvard al mantener su independencia intelectual frente a presiones políticas fue ejemplar, mientras que la actitud de otras universidades como Columbia fue "vergonzosa". Ojalá el mundo universitario actual viera en Peset un espejo. Ojalá rectores y profesores tomasen ejemplo de su civismo y valentía para opinar más y estar más presentes en el debate público sobre los grandes temas, como la deriva autoritaria o la crisis ecológica. La sociedad civil necesita modelos como Peset.
Paralelismos con Lluís Vives
Domínguez compara la figura de Peset con la de otro valenciano universal, Lluís Vives. Vives es una figura que "obsesiona" al autor, considerándolo lo mejor que ha dado Valencia intelectualmente, a la altura de Erasmo o Tomás Moro. Sin embargo, Vives es una figura incómoda para la ciudad. Su estatua está en el claustro de la Universidad, mientras que un personaje casi desconocido como Tomás de Iriarte tiene una en la Plaza del Ayuntamiento.
Valencia siempre ha tenido una relación difícil con Vives debido a su espíritu crítico. La Inquisición quemó a su padre, exhumó y quemó los huesos de su madre, y ejecutó a otros familiares. Vives, a pesar del inmenso dolor, nunca regresó a Valencia. Peset es, en el siglo XX, un héroe moderno a la altura de Vives. Aunque no tenga una obra filosófica de la misma envergadura, su oposición al franquismo fue igualmente digna y valiente. Ambos compartieron el destino de la persecución por parte de sus contemporáneos.
"Peset es, en el siglo XX, un héroe moderno a la altura de Vives. Quizá no tenga una obra filosófica de esa envergadura, pero su oposición al franquismo fue igual de digna y valiente", señaló Domínguez.
Peset, como Vives, representa lo mejor de una tradición valenciana de pensamiento crítico y libertad. Su vida y muerte son un testimonio de la lucha por los valores intelectuales frente a la represión.
La Ingenuidad y el Legado de Peset
Domínguez también menciona un punto de ingenuidad en Peset, comparándolo con el personaje de Tabucchi en 'Sostiene Pereira'. Peset, doctor en Derecho, conocía las leyes y hasta el final debió pensar que no podían matarlo. De una condena de 30 años se pasó a la pena de muerte. Lo más sorprendente es que tuvo al menos tres oportunidades claras de exiliarse.
En dos ocasiones estuvo en Francia y regresó. En una tercera, pudo subir al avión que llevaba a Negrín al exilio desde el aeródromo de Monóvar. Todos le instaron a irse, pero él se negó. No quería abandonar a su familia, temía represalias contra sus hijos. Fue un acto de nobleza, pero también de una "ingenuidad tremenda". Él era un "gran botín de guerra". Sus hijos, al final, quedaron libres, pero él no calibró la "maldad absoluta" del régimen.
Martí Domínguez espera que el lector, al terminar 'Ingrata Pàtria', sienta una "llamada a la acción". Su filosofía, influenciada por Voltaire, es escribir para actuar, para provocar una reacción y una "sutura en la conciencia del lector". Desea que la sociedad reflexione: "Esto puede volver a pasar". No es un pasado remoto. Las derivas preocupantes, como el neomacartismo, los ataques a la universidad y la prensa, y la ridiculización del experto, son señales de alerta.
Finalmente, 'Ingrata Pàtria' es una invitación a ver en Peset un modelo de civismo y resistencia para el presente. La memoria activa es el mejor antídoto contra la repetición de la barbarie. Recordar a Peset es una forma de mantener viva la llama del pensamiento crítico y la libertad en tiempos actuales.





